jueves, 5 de marzo de 2009

Decepción total en San Mamés.

Poco se puede decir cuando se pierde un partido por tres a cero, cuando no te dejan reaccionar, cuando te pasan por encima...

Desastrosa la imágen dejada por nuestro equipo en el partido de vuelta de las semifinales de Copa, ese partido que nos podía haber devuelto la magia de disputar una nueva final.

Mucho se ha hablado este año del dudoso juego del equipo en algunos encuentros y de su falta de dinamismo y estética. De todos esos partidos, el de ayer fue el peor.
Cuando había que dejarse la piel, cuando había que pelar hasta el último balón, cuando había que morir en el campo...se falló.

Esto no es nuevo, pues ya nos ha pasado con el Fenerbahe o con la Sampdoria. Cuando no se puede fallar...se falla.

Y no me refiero a que caer en semifinales de Copa sea un fracaso, claro que no. Llegar a semifinales es un logro que ojalá pudiéramos firmar todas las temporadas. Lo que es un fracaso es caer en un partido en el que casi no tiramos a puerta, cuando la obligación, desde el minuto 3, era la de marcar.

No entiendo cómo hombres como Perotti o Acosta se quedan en la grada antes de empezar el partido. Parecía lógico pensar que al menos habría que marcar un gol, pues era probable que el Bilbao hiciera alguno en 90 minutos. Un sólo delantero en el campo, Kanouté, y otro fuera de forma como Luis Fabiano no parecían suficientes para asegurar esta máxima.

A la hora de buscar a la desesperada el gol no había nadie en el banquillo con cualidades para lograrlo.

El cambio fue Duscher.

No había recursos porque se habían quedado en la grada.

Algunos jugadores no pusieron intensidad ninguna sobre el césped. Así era imposible.

No quiero dejar de mencionar la actitud de Mejuto. Estuvo muy amedrentdo por el ambiente. No descontó lo suficiente después de las reiteradas pérdidas de tiempo y desplomes contínuos de jugadores del Bilbao (que pena, Caparrós), y no se atrevió a pitar un penalty clamoroso que sólo un forofo ciego de pasión, como el de "minuto y resultado", no quiso admitir.

¿Hubiera cambiado ese penalty el partido?. Probablemente no. El daño ya estaba hecho y el poder de reacción que mostraba nuestro equipo era nulo.

Una noche para olvidar.

Ya sólo queda centrarnos en la Liga (típica frase de aquel al que no le queda otra) y asegurar esa tercera plaza que de ninguna manera se puede dejar escapar.

Ya se han escapado demasiadas cosas este año...y de que forma.

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