Los cuatro últimos días de competición han convertido la temporada que termina en magnífica, con una calificación de casi matrícula de honor.
Sólo el no haber pasado a cuartos de Champions nos quita esa inmejorable nota.
Si la semana había comenzado bien con el ya comentado gol de Rodri y la consecución de la tercera clasificación para Champions en cuatro años, la cosa seguiría mejor aún si cabe en la final de la Copa.
Se presentaba el Atleti con mayoría de aficionados, algo lógico teniendo en cuenta que nos habían puesto la sede de la final nada más que 500 km más lejos que al Atleti. Una auténtica salvajada por parte de la federación.
Aún así, 35.000 sevillistas ataviados con su correspondiente sombrero se plantaron en Barcelona dispuestos a aistir a la consecunción de un nuevo título.
Querían los atléticos soñar más fuerte y si, eso te puede valer cuando el rival con el que te enfrentas es el Fulham inglés. Un equivalente a un Valladolid o un Rácing, con todos los respetos para estos dos equipos.
El Sevilla es otra cosa amigos. El Sevilla es un grande.
Cinco títulos en seis finales (ahora son seis en siete) era un balance demasiado demoledor para los colchoneros.
No había otra historia posible que la que finalmente aconteció.
Navas y Capel, dos chavales de la inagotable cantera de Utrera pusieron los dos goles que nos hacían pentacampeones de España.
Seis títulos en cuatro años, algo al alcance únicamente de los elegidos.
En poco tiempo estaremos disputándole al Barcelona un nuevo título, el que puede ser el séptimo en nuestra más reciente historia.
Los Atléticos querían soñar más fuerte.
Nosotros soñamos eternamente.
¡VIVA EL SEVILLA!