Es una pena luchar durante 92 minutos y echarlo todo a perder por empeñarse en jugar con 10, o con nueve.
Puede parecer un poco exagerado querer echar las culpas a dos jugadores de una derrota pero, en este caso, puede estar más que justificado.
La entrada de Negredo y Romaric en los últimos compases del partido fue nefasta para el Sevilla. Antonio Álvarez no supo leer bien el encuentro y, en lugar de meter savia nueva y dinámica, como Capel, optó por estos dos jugadores que, sencillamente, se arrastran por el campo.
Lo de Negredo es incomprensible. Es una sombra de lo que fue en el Almería. Cuando sale, parece que no tiene ganas, que no quiere luchar. Para colmo, pierde absurdamente el balón que da oríden al penalty cometido por Lolo (otro que está gafado) y a la derrota final. Me sorprendería mucho que Del Bosque convocara finalmente al vallecano para la cita mundialista. Está, como se suele decir coloquialmente, para los leones.
Lo de Romaric es, sencillamente, de vergüenza.
Ya lo decíamos en anteriores análisis. Un jugador al que le sobran varios kilos no puede siquiera ser convocado. Es una ofensa para los demás compañeros que se quedan sin jugar y para el propio club. Aquí tiene el entrenador su dosis de culpa, ya que es quien da entrada al jugador.
En una semana convulsa llena de rumores, no se le ocurre otra cosa que dar entrada al "pesado" costamarfileño para, según él, "tapar más el centro de campo". Da pena ver a un jugador pisar el césped e ir andando desde la primera zancada. Andando. Que si, que si, andando. Desde el segundo número uno.
En fin, que es una pena marcar tres goles fuera de casa y no sacar ni un punto.
La champions se complica y si no se entra, habrá que hacer cuentas.
Aunque no sé lo que es mejor. El Sevilla ha crecido sin jugar la champions y cuando más dinero ha tenido es cuando peor ha fichado.
Quizás hay que retroceder un par de pasos para luego dar cinco del tirón.
Ya veremos.